martes, 12 de mayo de 2020

Mis mentores II - Un EJEMPLO a seguir


Alberto Cándido Gontero, hoy 13 de mayo de 2020 cumpliría 92 años. Nació en la ciudad de Córdoba (Capital) en 1928, el primer hijo (de cinco, él, Raúl, Oscar, Omar y Lidia) de Clemencia (Clementina) Pasini y Miguel Alejandro Gontero, mis nonos, y falleció el 23 de febrero de 1947 en la ciudad de Alta Gracia.

Alberto fue el hermano mayor de nuestra madre, Lidia Elena Gontero. Él falleció a unos meses de cumplir 19 años, cuando ella tenía 2 años y medio aproximadamente.

¿Cuál fue entonces nuestro vínculo?

El “Tío Alberto” estuvo muy presente en los diálogos con nuestra Nona Clemen, mi madrina, quien destacaba su gran corazón, su amor y dedicación por el estudio, sus habilidades técnicas, su responsabilidad, su esfuerzo porque desde adolescente ayudaba en el hogar, trabajando en una fundición y estudiando. Al respecto, también el Nono Miguel siempre nos decía “el saber no ocupa lugar. Aprendé todo lo que puedas”, como lo hizo Alberto.

Por su parte, Lidia, mi Madre (a la fecha 75 para 76 años) recuerda que su Mamá, Clemencia, le contaba que Alberto siempre la hacía bailar alegremente con la música que transmitían por radio, en especial de una audición que invitaba a los oyentes a "proponer" la música que querían escuchar.

Durante toda su “sobre-vida” (es muy doloroso ver morir a un hijo) guardaron su respeto, recuerdo y memoria, en todos los testimonios que ilustran este texto.

Sus fotografías desde pequeño, sus instantáneas junto a sus hermanos Raúl y Oscar, su foto de Primera Comunión, la familiar de “sociales” de la época, sus libretas de clasificaciones con muy buenas notas de la “Escuela Industrial de Artes y Oficios de la Nación” (Córdoba, entre 1942 y 1946), sus fotos carnet para distintas ocasiones y trámites, sus fotos al cumplir 18 años, su Cédula de identidad, su Título de “Experto calificado en la especialidad Motores”, sus ejercicios militares en septiembre de 1946 en el Tiro Federal de Córdoba, sus pequeñas diapositivas del pic-nic de la primavera de 1946 en Villa Carlos Paz a orillas del lago San Roque y el infaltable partido de fútbol (con referencias al dorso de su puño y letra), su foto de egreso con sus compañeros de promoción, la pequeña instantánea familiar del paseo al balneario “La Bomba” de Alta Gracia, escenario de su trágico deceso, al ahogarse (siempre hay que tenerle respeto a los traicioneros ríos y arroyos serranos) el 23 de febrero de 1947, su acta de defunción, su foto de sepelio y entierro en el cementerio “San Jerónimo”, y el sentido obituario publicado en un diario capitalino.

Al respecto, dicha publicación dice textualmente: “Sr. Alberto Gontero – Su fallecimiento – Penosa repercusión ha tenido en los círculos de sus relaciones y en especial entre los estudiantes de la Facultad de Ingeniería, el trágico fallecimiento del joven Alberto Cándido Gontero, acaecido en la localidad de Alta Gracia.

El joven Gontero que contaba en la actualidad 18 años de edad, era una cara promesa de hermosas realidades, pues era alumno aventajado de la Facultad de Ingeniería y por sus condiciones de estudioso y su privilegiada inteligencia, unido a su carácter comunicativo y alegre y el culto por la amistad, gozaba de general simpatía entre sus compañeros y profesores que lo distinguían y apreciaban en el justo valor de su personalidad.

Por estos motivos, en el acto del sepelio de sus restos verificado en el cementerio San Jerónimo, se pusieron de manifiesto en forma elocuente las demostraciones de pesar que su desaparición ha suscitado entre todas aquellas personas que tuvieron oportunidad de cultivar su amistad”.

Siempre se sufre ante la muerte y mucho más de un joven, con esos testimonios fuimos construyendo desde nuestra niñez esa imagen de EJEMPLO a seguir, su amor por el saber y el conocimiento, por el cuidado de lo público, por los libros, por el estudio como medio para superarse a través del esfuerzo y la dedicación de un joven hijo de familia trabajadora numerosa que no tenía casa propia, que variaba de domicilio al ritmo de los acelerados aumentos de alquileres indexados, pero que se fortalecían orgullosos entre los miembros del hogar por los logros que iba alcanzando el primogénito de la familia, que además acercaba algunos pesitos por su trabajo de medio-tiempo; en el contexto socio-económico y político de una Nación que comenzaba a posibilitar el ascenso social de las clases trabajadoras.

Fuertes valores que se nos fueron grabando a fuego y un “preciado” objeto de herencia, una pequeña bibliotequita hecha artesanalmente por el “Tío Alberto” y que nos fue confiada por la Nona Clemen y que inauguró y hoy preside nuestra biblioteca familiar.

Muchas gracias “Tío Alberto” y Nonos por todo lo transmitido, enseñado y confiado. Dios los tenga SIEMPRE en la Gloria.



































































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